miércoles, 1 de enero de 2014

EL PLACER QUE EL MUNDO NO VE.




Todo este mundo es una creación de nuestros sentidos. 
Disfruto de todo aquello que me rodea, porque va más allá de tus carnes. 
Me exista el olor del campo, una olla de café caliente con canela, 
la tranquilidad de una playa silenciosa y mustia. 
La briza del mar y el sentido de que estoy viva. 

Me siento viva. Cada vez que el aire rosa mis mejillas y masturba mi pelo con su hola y adiós. Y sí, debo admitirlo, me prende la música, con su dejo de oro, violines y chelos, que se menean como haciéndole el amor a la nada. 

Vivimos en un mundo inevitablemente sexual, inevitablemente erótico, inevitablemente irreal. Más la falsedad de la moral, nos impide ver que el color y la magia viene del apasionamiento que va más allá de lo mundano y lo movido. Va más allá de la consumación de un pene y una vagina que se dejan llevar por la pasion de un solo instante en el que tocan el cielo. 

No... yo vivo en el cielo, pues encuentro placer en todo y ha cada diminuta cosa que me rodea, en cada una de las sensuales plantas y flores de mi jardín, en la oración del fuego que tintinea en mi lamparilla de aceite. En las pinturas que con diestra geómetra guiaron a sus creadores a ser plasmados. Vivo sacerdotisa, en ese sentido del talento vigoroso del am-arte. 

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