martes, 26 de noviembre de 2013

EMOSIONES Y DESEOS.






Debilidad que me produce el mirar una rosa. Ser esencialmente frágil.
Cada pétalo de ella me recuerda tus labios carnosos y sedientos de amor.
Aún recuerdo la primera noche que como amantes deseosos, como lobos hambrientos,
Nos refugiamos en esa expresión sin sentido, tan solo la corporeidad nos llamaba.
Aun no te amaba, aun no te miraba a través del espejo del alma. Solo era carne.
Solo era ese sentimiento de lujuriosos anhelos contenidos. La presa con su cazador.
Yo te arrebate de los brazos de Morfeo y te hice mía, las mil y unas noches se quedaron
En esbozo cortas ante tu desnudes y fragilidad.
Luego la rosa comenzó a romperse, habían pasad doce lunas de copos de nieve,
Que se diluyeron frente a mí, como se consume el rocío frente a los rallos de sol.
Así yo te perdí al alba.
Te fugaste con la risa matinal de los niños que azarosos correteaban en la plaza.
El derretirte de mis entrañas se hizo presente…
Primero comenzó como un pequeño piquete en el corazón,
Luego se volvió mortal y era difícil de ocultar.
El agujero que dejaste en mi alma era inllevable, insaciable.
Intente rellenarlo con otras tangas y otros corsés.
Pero no tal osadía y afrenta pudo cubrir tu aroma sobre mi piel.
Así que poco a poco deje de intentar llenar ese vacío que dejaste en mis entrañas.
Luego mi alma comenzó a chillar por las noches, te veía en el reflejo de mi espejo al verme,
Cuando me peinaba para ir al trabajo.
Luego te veía en el café, en la cajera del supermercado, en cada pierna larga que cruzaba por mis
Ojos. Pero tú, jamás volviste a mi nido…

Y  a hora, ya no creo que vuelvas jamás. 

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