Embriágame con el sudor de tu elixir mágico. Déjame encontrarte
en esta nube de luna y pólvora. Hasta saciar todo aquello que en mis entrañas
se establece como cierto, como verdadero, como lleno de gracia. Así y aquí,
entre tu piel delgada y sutil, encuentro el refugio adecuado para tejer mi red
entre tus piernas, entre tus sensaciones más diminutas, sutiles como la ansia
misma, como el desdén mismo, como la cautela. Así te miro entre las hojas de este libro el laberintos de la
soledad, el laberinto de los fantasmas de los recuerdos, como en cien años de
soledad de Gabriel García Marques, como en este libro de Octavio paz. Así la doble llama de tus
pensamientos se entrelaza en mi sexo, en mi anhelo, en ese encuentro permanente,
tan lleno de silogismos, de místicas realidades que no me dejan, que me desvenan
una y otra vez hasta volverte en mi causa elocuente, en mi voz hilarante, me
entusiasmo ferviente, en mi devenir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario