Escudriño en un baúl desvencijado,
oculto detrás de un librero,
Ahí se encuentra tu recuerdo, de tras
del primer andamio esta mi corazón.
Ese corazón que desdeñaste años atrás,
ahora yo tengo la llave de tus anhelos.
Lentamente surco tus entrañas, tus
ojos dos membrillos, tu boca una cereza en flor,
Tu cuello la mención honorífica que
nunca tuve en la escuela,
Tu hombros la ambigüedad de mis
pensamientos.
Lentamente escudriño en el baúl desvencijado
que me dejaste,
Ahí detrás del libro en el segundo
andamio se encuentra mi razón.
Esa razón petulante que tú
desterraste inexorablemente con tus senos.
Apartándola de todo esbozo de
añoranza.
Así tu sudor cubrió mi tu regazo, que
dibujo un cuadro de Tamayo.
Profundamente escudriño el baúl desvencijado
que me dejaste,
Así y lentamente encuentro en el tercer
andamio de aquel artefacto libresco,
El texto nunca escrito por tus manos,
Las palabras, te quiero y te amo que
nunca pudiste pronunciarme.
Inspeccionando a un más el baúl desvencijado
que me dejaste
En el cuarto andamio de aquel librero
desunido encuentro mis ojos.
Esos ojos que nunca volvieron a
verte,
Que tú extirpaste con tus caderas de muégano
y tu vientre de rosa,
Y tus piernas de sal y ajenjo, de
asares y de miel.
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