Colapsos…
De tiempo y armonía que se entre mezclan en una apoteótica
historia.
¿Cuál historia? Pregunta
el silencio de los arboles de cerezos
¿Cuál historia? preguntan los bejucos del rio.
Silencio…
¿A caso existe, eso que llamamos colapso?
Estructuras creadas por este imaginario mundo,
Lleno de supuestos categóricos.
Teoría de dioses diminutos
Escarpados y embriagados por el amor,
O por el odio de sí mismos, de ser si mismos siempre.
¡Silencio, de cualquier cosa¡
¿Quien dice que el silencio es la falta de un sonido?
Es la repercusión sin sentido de una nota sorda.
Sorda, como esta melancolía que me lleva a crear,
Crear creando en la muerte de los valles,
Como una película en blanco y negro de Juan Rulfo,
Que se repite y se mezcla con mis propias experiencias.
Así, las letras se tornas palabras y la inspiración una copa
de tequila.
¿Por qué no? Si la tinta mas hermosa es esta la del mezcal.
Pluma y fuente de inspiración de pintores, de poetas, de
náufragos,
Perdidos entre gabazo del mundo, entre estiércol de miles de
insectos
Que deambulan sin encontrarle sentido a la vida.
Así, este silencio se vuelve acorde, lleno de armonía, de
melancolía,
De espera…
¿Quién espera, preguntan los muertos?
¿Yo te espero?
Te espero para cruzar juntas el umbral de la muerte,
Como las dos Fridas cuadro emblemático de dolor y amor,
De vida y muerte, de renacer y perdida.
Así la mezcla de este
yin yang interminable es inexorable,
Insalvable, como los amorosos de Jaime Sabines,
Como la misma divina comedia de Dante Alighieri,
Así, como Rome y Julieta, que fundieron su amor en la
muerte,
Como Diego y Frida, como el más hermoso cuento sin final,
Sin estructura.
Pues la muerte aun
que mucho que se hable de ella,
no encuentra nunca su estructura final.
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