Adjunto mis emociones dentro de este cajón
de madera y pino.
Y engrapándolas junto al corazón,
partido por la lanza de mármol y piedra.
Caloso mi destino en el tatuaje de la
vida que se dibuja en la montaña.
Y en la mirada de tus ojos pelones y
llenos de oscuridad, me meso,
A través de tus cuencas vacías…
Elevándome…
Pues tú siempre me inspiras, me elevas, huesuda
de mis adentros, muerte de emblemáticas poesías, de cuentos, de marginación, de
hambre, de ricos de pobres, de misterios.
Muerte de poetas y novelistas, de
azares, de filosofías, de palabras, de huesos…
Si…
Siempre de huesos…
Huesos blancos y pulimentados con el
desgaste del tiempo,
Hueso de cal y clásico... hollados,
huesudos, vacíos, sin lleva, sin sal.
Tu mirada se vuelve huevo y tu huevo se
vuelve vida, y la vida
Se vuelve ataúd, y el ataúd se vuelve
esencia…
Así tú siempre estás aquí, atrás de mis
espaldas, guiándome con tu mano
De joyas de la nada…
Me dibujas en las nubes,
Me escribes en tu libro de promesas
De futuros, de páginas en blanco
De preguntas nunca contestadas.
Muerte de sentires profundos...
Como los de los poetas...
Si...
Los poetas que aman tanto aman tanto.. Que
mueren tanto
Por amar.
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