lunes, 23 de diciembre de 2013

EL MADRIGAL DE LAS ESENCIAS.



Brincan saltan, me cubren, se extienden, se evaporan, circulan hasta convertirse en miles de partículas que se dejan ir lentamente. Sudoración llena de perfumes, de miles de aromas que no seducen y a la vez nos enferman. Las feromonas de tu excitación cruzan todas las fronteras del mundo y un nuevo continente ha crecido debajo del lunar de tu espalda. 

El vaivén de tu oleaje es rosado y profunda, hasta convertirse en un rojo ambarino. Llena de luz tu caminas por entre las sombras de un desierto morado y tu silueta se pasea entre un magma de pecados que brotan de tus huellas húmedas, despacio tomas mimando y  en un suspiro me conduces a las montañas más altas de tu ser. 

Desandemos colina abajo, tú me tomas de la mano, rodamos juntos, caemos en medio de tus nalga de color pastel y de en medio de la maleza sacas tu caballete, unas acuarelas  y el lienzo.

Pintas el paisaje, tus muslos, tus dedos, las abstracciones de tus manos, el mundo surrealista donde habitas, la función más primitiva de tu existencia, la luz, el color, un sentido primordial para ti. 

Luego regresamos al inicio de todo, me besas, te beso, me amas, te amo, me seduces guardas silencio. Ese silencio me enloquece. Luego vuelves con tu travesura. Sueltas tus esencias, te desatas, me atacas con tu aroma hasta volverme la exhalación de cualquier cosa, me derrites, me ensimismas, me dejas, te apartas y te marchas, así nada mas porque sí. 


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