Se escapan de mi,
a lo lejos y en silencio,
Sin que tu amada lo perciba te veo,
Observo tus labios que se mueven lentamente,
Me muerdo los labios
y te deseo.
Tú me observas, y ya no puedes contener el mirarme,
El desearme…
Tus ojos arden en un sueño trémulo,
Húmedo que nunca pronunciaras abiertamente,
Tan solo en tus sueños la imagen de mi cuerpo desnuda
Siempre está presente.
Yo siento lo mismo y evado cuanto puedo pensarte,
Trato de desviar mi mirada, observar cualquier cosa,
Controlo mis impulsos, mis pezones que se existan al
mirarte,
Pero el sueño
profundo es inevitable,
Y en el encontramos un refugio para amarnos,
Aquí, soy libre de mis culpas y remordimientos,
De mi misma y de mis miedos.
Luego tardos días en volverte a mirar,
Me refugio en la lectura de autores casi muertos,
Y distraigo a mi cuerpo con posturas de deseo.
Te siento cuando pensando en mi satisfaces tus
deseos,
Y escucho tus gemidos en el viento,
Tú me sientes igual a mí,
Sabes cuando estoy pensando en ir de nuevo a tu
encuentro,
Y volver a
satisfacer mi mirada con tu rostro.
Más ni tú ni yo sabemos porque sentimos esas cosas,
Tu sabes que no es lo más usual o correcto,
Así que procuras evitarlo cuanto puedes,
Pero muchas veces no puedes controlarte.
Y tus ojos nueva mente encuentran el refugio de mi iris,
Y perdiéndonos en un instante fugaz,
Volvemos a la realidad que nos impide vernos
Pero en mis sueños, tu cuerpo está presente,
Y satisfaces
mis deseos;
Me tomas de mi talle, me besas los pezones,
Me muerdes los labios y disfrutas que te toque,
Me induces, me llevas, me haces volar,
A un paraíso de placeres jamás imaginados.
Y lentamente bailas con mi cuerpo, me tocas las
piernas
Y me besas los talones, luego subes lentamente,
Me sostienes las manos y aprietas mis dedos,
Tus caderas están cerca y yo siento tus muslos
grandes,
Llenos de vida, me haces el amor,
Llenándome de éxtasis suspiro,
Hasta dejarme vencer por el ansia,
Te siento, me sientes,
Y en ese intermedio de paz,
Me dejo vencer ante el latido palpitante de la
excitación.
Luego despierto, mis mejillas están ruborizadas,
Todo ha sido un sueño,
Y dejo pasar el tiempo, aquietando mi pasión.
Tú sabes lo que pasa, pero ni tú ni yo diremos nunca
nada,
Tan solo el silencio nos guarda del error,
De dejarnos por una noche llevar por la pasión.
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