Hundiéndome en la profundidad de tu ombligo, perfecto, redondo y
oscuro, como un aro, como un parpadeo, así comienzo a escalarte, subiendo por
entre tus escondrijos, beso tu alma al acariciar tu oscura sombra y me pase por
la esfinge perdida de un laberinto ensortijado. Después de semejante afán,
caigo rendido ante el contacto inminente de tus pupilas. Tus ojos azules como
el mar, profundos como el espacio sideral. Amante de tus tabernáculos estoy
dispuesta a leerte entre líneas. Para luego saborearte lentamente como el
manjar más delicioso, como el postre más amargamente dulce. Después mis
desvelos se funden en tus pequeños labios, tan húmedos, tan sutiles, al borde
de la cumbre estas tú. Monte de placeres inagotables, lleno de enigmas, de
paradigmas y de estáticos aplausos. Teatrino de funciones inagotables, todas
para mí. Me sumerjo aún más en tu profundidad, llego a tocarte tan apaciblemente
con mi alma que se funde en un encuentro pasivo, sutil, material.
Después de viajar en los confines de tu
profundad, surjo como embarcación de adentro de tus entrañas, me estremezco al
ver tu sonrisa complacida, me envuelvo en tus brazos como niña sedienta de
cobijo y amor. Así la noche pasa lentamente entre tus brazos, enredada en tus
piernas, cobijada con tu aliento a frescura de frutas y arándanos. Te
extraño en mis sueños con sueños, en mis mañanas de ojos dormidos, en mis
guerras y batallas nocturnas, en mi andar por libros y bibliotecas.
Te busco, como se busca una fruta en el
desierto, como la pausa busca el lenguaje, como tus cabellos buscan tu entre
seño. Acaricio tus pechos, tu espalda, tu torso, tu figura tan sedienta de que
te amen, tan sedienta de que te toque. Mas luego vuelvo a la realidad, a esta
realidad que me desmiembra y me descobija, me vislumbra con su palpitar tan
lleno de iniquidades. Y en este despertar, tu figura se ha difuminado, se
evaporo como el agua de una gota de roció calentada por el sol. Te has fugado,
como la bruma en las montañas, como el mar en una ola que se aleja, así tu
recuerdo se aleja de mis sabanas, de mis almohadas, para encontrarme sola y pensándote,
amándote, deseándote, llamándote.
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