lunes, 11 de noviembre de 2013

ENREDÁNDOME EN TU PUBIS



Hundiéndome en la profundidad de tu ombligo, perfecto, redondo y oscuro, como un aro, como un parpadeo, así comienzo a escalarte, subiendo por entre tus escondrijos, beso tu alma al acariciar tu oscura sombra y me pase por la esfinge perdida de un laberinto ensortijado. Después de semejante afán, caigo rendido ante el contacto inminente de tus pupilas. Tus ojos azules como el mar, profundos como el espacio sideral. Amante de tus tabernáculos estoy dispuesta a leerte entre líneas. Para luego saborearte lentamente como el manjar más delicioso, como el postre más amargamente dulce. Después mis desvelos se funden en tus pequeños labios, tan húmedos, tan sutiles, al borde de la cumbre estas tú. Monte de placeres inagotables, lleno de enigmas, de paradigmas y de estáticos aplausos. Teatrino de funciones inagotables, todas para mí. Me sumerjo aún más en tu profundidad, llego a tocarte tan apaciblemente con mi alma que se funde en un encuentro pasivo, sutil, material. 

Después de viajar en los confines de tu profundad, surjo como embarcación de adentro de tus entrañas, me estremezco al ver tu sonrisa complacida, me envuelvo en tus brazos como niña sedienta de cobijo y amor. Así la noche pasa lentamente entre tus brazos, enredada en tus piernas, cobijada con tu aliento a frescura  de frutas y arándanos. Te extraño en mis sueños con sueños, en mis mañanas de ojos dormidos, en mis guerras y batallas nocturnas, en mi andar por libros y bibliotecas. 

Te busco, como se busca una fruta en el desierto, como la pausa busca el lenguaje, como tus cabellos buscan tu entre seño. Acaricio tus pechos, tu espalda, tu torso, tu figura tan sedienta de que te amen, tan sedienta de que te toque. Mas luego vuelvo a la realidad, a esta realidad que me desmiembra y me descobija, me vislumbra con su palpitar tan lleno de iniquidades. Y en este despertar, tu figura se ha difuminado, se evaporo como el agua de una gota de roció calentada por el sol. Te has fugado, como la bruma en las montañas, como el mar en una ola que se aleja, así tu recuerdo se aleja de mis sabanas, de mis almohadas, para encontrarme sola y pensándote, amándote, deseándote, llamándote.


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