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En los relatos de esta obnubilación
moratoria recuerdo: todos aquellos amoríos que tan solo en mi mente diáfana se
encuentran. Amoríos platónicos que nunca fueron, Amoríos fugases, grandes
fantasmas falsarias y copulatorios, tan
simples y llenos de nostalgia, llenos de
amarga desilusión.
Amoríos imaginarios, sentidos opuestos,
difuminados, absurdos, ridículos, estáticos, Amoríos menudos, peculiares,
sexuales, acéticos, perjudiciales, llenos de calidez, de senos, de sexos
ocultos y encontrados, de amantes, de mujeres y hombres que nunca existieron.
En mi mente torcida y ridícula deambulan
los fantasmas de camas y camastros, de sabanas de seda y algodón, de tetas, de péndulos,
de colapsos nerviosos, de orgasmo seductores, de temores, de nalgas, de muertes
que nunca resucitaron al ruiseñor, ni a la rosa, ni al arpa, ni a la pantera.
En mi mente y en mis dedos, transitaron
miles de cabellos, miles de texturas, miles de pieles, de piernas, de pies, de
dedos, de penes, de vaginas. En mis sueños imaginarios copule con el aire y con
el agua, y volví mi amante al fuego y a
la tierra mi colchón.
En mi mente recelosa, cobije mi
cuerpo con los besos del canto de los pájaros, y el ensueño de miles de
donceles y doncesallas, volví mi alcoba los 100 días de Sodoma del marqués de
Sade y dibujo en paredes de piedra los cuadros más eróticos del mundo, escribí
en papel los textos más ardientes, para quien osara penetrar tremenda fortaleza
se excitara al caminar por entre las veredas de mis pensamientos.
En mi mente trepidante, llegue a
reposar el amor más escarpado, las olas más profundas, los tsunamis más
placenteros, el delirio más ardiente, los orgasmos más febriles, los placeres más
inmundos, los deseos más sutiles y el colapso más soez.
"En esta vida nada es lo que parece ser: Una monja puede ser una puta disfrazada, una puta la madre teresa de Calcuta, un diáfano otoño el infierno mas inconmensurable, la vida un gran ataúd, un silencio el mas exquisito de los sonidos".
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