sábado, 29 de junio de 2013

MUJER DE ARENA Y CENIZA.





Fuerte como un estandarte y flexible como el agua de un río, te levantaste de entre la marejada
Luminosidad  en medio de la briza marina, en medio de la borrascosa calma y consternación.
Así naciste tú llena de devoción, te observo colgada en el reflejo de mis ojos, como una lágrima,
Como un sentimiento que florece en tierra de nadie, creces y me fecundas el ánimo con tus besos,
Con tus desplantes deshidratados y alcalinos.

Llenos de esa paz hibrida y alógena, plagada de melancólica nostalgia y llanto.
Ceniza de copal, caña de azúcar y migajas de pan remojadas en un vaso de leche fresca.
El alba recorro tus ventanas, cobijando tus recovecos sentimental y saturnino.

Mujer valiente: Que surges de las cenizas y los terrones de sal, bañada en agua dulce,
Tejida entre madejas de hilo, llena de amor en tus ojos te veo pasar, te veo surcar esta tierra,
Resplandeciente es tu candor, tu figura es el emblema de lo que se puede merecer,
En valentía de forjar los sueños con tu designio divino, sin culpas, sin escarpelos
Que corten tus alas, tus deseos y tus sueños.

Así desinhibida viajas a través de un cuerpo desnudo, puro, bisexual,
 Tan llena del alma que te cobija, que te dilata como una fuente indescriptible.
Aceptándote, tal como fue la creación divina, inmensa te reubicas a ti misma,
Siempre pensando, siempre planeando, siempre estando aquí y ahí,
Lucida con tu memoria, siempre lógica, siempre tú,
Siempre serena como la noche y el alba que se besan en un súbito
Renacer cada día.

A cada instante, en cada hora. Por eso despiertas, por eso siempre abres tus ojos y me miras,
Mirándote… siempre mirándote, siempre deseando estar en algún lugar,
Fuerte, siempre fuerte llena de contemplación te veo partir,
Siempre te vas, nunca te quedas para que te espere, tú nunca te quedas a esperarme,
Siempre de paso, siempre caminando, siempre andando.

Dando el paso, el otro, el otro, siempre otro paso y cada vez más…

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