En los confines de este paraíso me llega el mareo,
Ese vértigo precipitado que me lleva a tu ondulado cuerpo,
Tan lleno de desplazamientos. Y aquí, en medio de tus vaivenes
me deslizo suavemente,
Disfruto mi estancia en tus entrañas cálidas, en tus muslos,
en tus piernas,
Que son para mí…
Como miles de hojas recién escritas que caen como hojas de
un árbol,
Así, Tus engranajes caen en medio de tus ropas que se
deslizan como parvadas de pájaros
En un vuelo entrecortado… como un sueño en
tridimensionalidad…
Me paseo en tu figura, viajo en tu sombra y me desvanezco en
tus colores,
En esa emblemática preexistencia. Y una a una voy recogiendo
tus flores de olvido…
Olvido que me sabe a madera de un bosque lleno de petunias.
Luego vuelve ese mareo que te caracteriza, ese vaivén sumiso
y diurno,
Tan lleno de la melancolía que tan solo el dese de lo
anhelado que se busca y no se encuentra
Puede tener….
Sabor a olvido, sabor a escritura, sabor a cenizas esparcidas
por la literatura de tu cuerpo,
Por el engranaje de esta maquinaria que te fabrica, luego me
envuelvo en tus brazos,
Chupo tus membranas, me desvanezco en tus senos, me escondo
en tus pezones y resurjo en tu
Pubis como una oración al viento.