Las alondras de una meditación profunda y concomitante con mi
reflexión.
Te crearon y en esa matemática cuadrática,
de pensamiento subterfugios
Comencé a narrarte una y otra vez en mi
pensamiento.
Tus ojos, el deseo teatral de miles de
bailarines que jubilosos danzan
En medio de un carnaval festivo y
alegre.
Tus cabellos, el algodón de azúcar, que se
me atojaba cuando pasaba
Por alguna feria callejera y no podía
comprarlo porque no tenía ni un céntimo en mi bolsa.
Tu rostro, la laguna donde di mi primer
beso de amor.
Tus ojos, dos mandarinas que gajo por
gajo, delimitaron tu rostro hasta convertirlo en la iluminación de un fractal infinitesimalmente
dibujado.
Tus labios, las rosas y las granadas de
una tarde de verano en la concordia, tomándome unan limonada observando a los
niños jugar.
Tus orejas. Dos gaviotas libres volando
sobre el mar, buscando algún antojo mañanero.
Tu cuello. Una estola de pétalos que
cubren tu desnudes.
Tus hombros. Dos columpios y un trompo
para balancearme en ellos.
Tus brazos, mi amada resortera.
Tus manos, las hojas que vuelan cuando cae
la tarde en una noche de verano con viento.
Tu torso la distancia que existe entre tú
y mis deseos más profundos.
Tus senos. Dos fuentes, chorreando
merengue.
Tu ombligo. La alberca que nunca he
tenido.
Tus caderas. El paréntesis de mis
silencios.
Tu sexo. La almohada donde quiero
soñar.
Tus piernas. Mi camino hacia un futuro, en
donde no tenga que hacer planes para llegar.
Tus rodillas. Dos puerco espines.
Tus pies. Dos carritos de carreras para
que nunca te pueda alcanzar la edad.
Tus dedos...Las raíces donde quiero descansar.
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